[Priv.Alluka]Un doloroso Re-encuentro Padre e Hija, Las lagrimas escarlata

En el preciso momento en el cual gritó para llamar a su padre todas las personas quedaron sorprendidas y miraron al llamado posteriormente. Alluka estaba llorando como si sus ojos fueran unas llaves abiertas dejando escapar toda el agua. Pero él seguía inmóvil ¿Acaso no la había escuchado? Lo llamaría nuevamente, estaba reuniendo fuerzas para un segundo grito pero entonces él se puso de pie y comenzó a correr en dirección a ella. Alluka sonrió enormemente al notarlo y luego se alegró más cuando se encontró en los brazos de su padre nuevamente, los brazos en los cuales extrañaba y anhelaba estar desde hacía tanto tiempo. Los brazos propios rodearon el cuerpo del joven padre como pudieron, apretándolo con todas sus fuerzas mientras sollozaba. Un ligero sonroso se había apoderado de sus mejillas en aquel momento y Nanika había dejado de hablarle, realmente no podía sentir mucho a Nanika ¿Acaso se había ido? Quizás simplemente estaba un poco apartada. Lo poco que podía sentir de Nanika era que estaba feliz y al parecer lloraba también.

Podía sentir el palpitar del corazón de su padre al estar así de cerca. Estaba muy emocionado según cantaba su corazón. Alluka no se atrevía a decir palabra alguna, simplemente aferrarse a él con la esperanza de no ser separados nunca más. Los espectadores observaban con sonrisas algo bobas en sus rostros, y algunas chicas lloraban enternecidas por la escena a pesar de que no sabían ni conocían el trasfondo de la misma. — Te extrañé. Tenía miedo. — comentó en susurros luego de haber reunido algo de valor. Sus ojos estaban cerrados, indispuestos a abrirse hasta haber pasado al menos unos minutos y hasta haberse calmado un poco. No es que estuviera nerviosa, solo estaba muy contenta y algo tímida.

La sensación de protección, de amor familiar, de cariño era la que había perdido durante dos años. Esa sensación de sentirse protegidos y queridos era lo que tanto esperaba y era muy feliz al poder tenerla nuevamente. Luego de escuchar las palabras de su padre sonrió y besó su mejilla con dulzura, pues le quería mucho y estaba contentísima de volver a verlo. Volvió a abrazarlo fuertemente luego de aquel fugaz beso lleno de amor. No quería separarse de él, y mucho menos deshacer el abrazo que hace apenas cinco minutos había comenzado. En el momento estaba tan emocionada que había olvidado preguntar por los demás del gremio, aunque realmente tenía vagos recuerdos sobre aquellas personas. Muy en el fondo estaban esos rostros. Quizás los recordaría de mejor manera si volvía a verlos, pero en el momento solo tenía la imagen de su padre en su mente.

Entonces recordó un simple dato. Nanika. Nanika nunca había recibido ese tipo de afecto ¡Alluka quería que Nanika conociera el cariño de su padre! Eran la misma persona, así que si Alluka era querida Nanika también debería ser amada. Nanika comenzó a hablarle a Alluka, al parecer ella quería conocerle también. — Ne, Otou-san. Alguien quiere conocerte. — dijo separándose ligeramente de él y mirándolo a los ojos, esperando una respuesta antes de hacer el cambio con Nanika. — Su nombre es Nanika, y dice que quiere verte. — Eran contadas las veces que cambiaban cuando Alluka estaba feliz y además no podía hacerlo con frecuencia, pero esa situación lo ameritaba. También deseaba que Nanika fuera querida, pues normalmente era rechazada.

Escuchó la respuesta de su padre y sonrió un poco más contenta, esperando con todo su corazón que él quisiera mucho a Nanika, así como la quería ella. Alluka pudo sentir como Nanika se alegraba, también, y esperaba ansiosa poder salir a conocerlo. Alluka cerró lentamente los ojos y respiró profundo, como si estuviera intentando dormirse. Al cabo de unos segundos Alluka perdió la conciencia y podría decirse que pareció que se había desmayado en los brazos de él. Pero esto no se prolongó mucho, apenas fueron cuatro segundos de inconsciencia. Los ojos de la pequeña niña comenzaron a abrirse lentamente mientras se incorporaba como le era posible, pero había algo diferente esta vez… sus ojos eran negros. Tan negros como la noche, parecían dos huecos incoloros. Un negro tan profundo que conseguía atrapar a cualquiera que los viera. Pero en ese rostro que ahora carecía de los ojos tan llenos de vida de antes, había una sonrisa. Ese rostro mostraba una dulce sonrisa muy hermosa que también lograba atrapar a quien la viera.

Ahora Alluka estaba dormida y Nanika estaba fuera, controlando temporalmente el cuerpo de la pequeña. Mejor dicho, su cuerpo también. Era el cuerpo de ambas, ambas eran una misma pero a la vez eran diferentes. Nanika levantó la mano y tocó la mejilla de Richard aún sonriendo. Nanika era una chica de pocas palabras y al parecer estaba un poco nerviosa aunque no lo pareciera. Inclinó su cabeza un poco hacia el lado y continuaba observándolo. — Hola. — su voz era igual de dulce que la de Alluka, era la misma voz. Ella esperaba pacientemente a que él dijera algo pero esperaba que fuera pronto pues no quería que Alluka estuviera mucho tiempo dormida.

La reacción que tuvo el hombre llenó de alegría a Nanika, pero ésta continuaba con su semblante sonriente. Esa expresión no solía removerse de su rostro. Por primera vez en toda su existencia una persona que no era Alluka la quería y le demostraba cariño, razón por la cual se sentía bastante agradecida. Luego de haber recibido todos esos mimos, Nanika se tomó el tiempo para volver a abrazarlo y sentir lo que un abrazo amoroso significaba. Esperaba una reacción distinta a esa, pero esa fue mejor de lo que ella hubiera podido esperar. — Gracias, Otou-san. — comentó sin deshacer el abrazo. En ocasiones, Nanika lograba ser muy tímida. Estuvo así por unos segundos que posteriormente se volvieron minutos y finalmente se separaron para poder nuevamente mirarse a los ojos, pero Nanika ya se había ido. Esto podía notarse por sus ojos. Alluka parecía un poco ida, con la mente en otro mundo, pero poco a poco volvió en sí y sonrió nuevamente incluso más contenta que anteriormente.

Los ojos de Alluka reflejaban felicidad e inocencia, y mucho entusiasmo también. — ¡Nanika está muy feliz! — a Alluka le alegraba el solo hecho de que Nanika era feliz, y le encantaba que su padre fuera la razón de la felicidad de Nanika. Quería que tuvieran una buena relación. Alluka abrazó nuevamente a su padre, ya comenzaba a parecer una competencia de quien podría abrazar más en solo unos pocos minutos. — Hiciste muy muy feliz a Nanika, y eso me hace feliz a mi también. Nanika dice muchas gracias. — comentó sin deshacer el abrazo tan animado que le estaba dando, Nanika estaba realmente contenta pero había tomado la decisión de no salir nuevamente solo porque sí… saldría cuando Alluka le necesitara, pero tendría sus excepciones muy contadas.

Tanto Alluka como Nanika ya habían expresado su felicidad y su gratitud hacia aquel señor, se sentían finalmente satisfechas. En especial Alluka, después de haberse reunido con su padre finalmente y que también este haya conocido y aceptado a Nanika. La hacía muy feliz. Estuvo escuchando atentamente las palabras que ahora él le estaba diciendo. Sus mejillas continuaban sonrosadas y sus ojos fijados en los ajenos. Sonriente, llena de alegría e inocencia. Al parecer regresarían pronto al gremio, le hacía feliz aunque no recordara mucho del mismo. Pero no pudo evitar sentirse aún más contenta cuando escuchó que le cocinaría algo para comer. — ¡Yaay! — pronunció celebrando el poder comer nuevamente la comida de su padre. Ahora se encontraba cómodamente sentada en el hombro de él, así que con sus pequeños brazos rodeoo la cabeza del mismo y apoyo la cabeza propia, para ir un poco más cómoda. Como si estuviera recostada de él, manteniendo aquella dulce sonrisa en su rostro. Comenzaba a sentirse ansiosa por llegar al gremio, correr y jugar por ahí. Hacer algo divertido.